TEMA: EL ESPÍRITU DEL MUNDO
Examina tu conciencia, reza, practica la renuncia a tu propia voluntad; mortificación, pureza de corazón. Esta pureza es la condición indispensable para contemplar a Dios en el cielo, verle en la tierra y conocerle a la luz de la fe.
La primera parte de la preparación se deberá emplear en vaciarse del espíritu del mundo, que es contrario al Espíritu de Jesucristo. El espíritu del mundo consiste, en esencia, en la negación del dominio supremo de Dios, negación que se manifiesta en la práctica del pecado y la desobediencia; por tanto, éste es totalmente opuesto al espíritu de Jesucristo, que es también el de María.
Esto se manifiesta por la concupiscencia de la carne, por la concupiscencia de los ojos y por el orgullo como norma de vida, así como por la desobediencia a las leyes de Dios y el abuso de las cosas creadas. Sus obras son el pecado en todas sus formas; en consecuencia, todo aquello por lo cual el diablo nos lleva al pecado; obras que conducen al error y oscuridad de la mente, y seducción y corrupción de la voluntad. Sus pompas son el esplendor y las artimañas empleadas por el diablo para hacer que el pecado sea deleitoso en las personas, sitios y cosas.
1. Lee el texto del tema de la Primera Parte (el cual se encuentra en el recuadro de la Primera Parte), ya que éste establece el tono y la meta a lograr durante estos 12 días preliminares.
2. Después de leer el tema, antes de comenzar la meditación del día, ora al Espíritu Santo con lo siguiente:
Veni Creator
Ven, Espíritu Creador,
visita las almas de tus fieles
llena con tu divina gracia,
los corazones que creaste.
Tú, a quien llamamos Paráclito,
don de Dios Altísimo,
fuente viva, fuego,
caridad y espiritual unción.
Tú derramas sobre nosotros los siete dones;
Tú, dedo de la diestra del Padre;
Tú, fiel promesa del Padre;
que inspiras nuestras palabras.
Ilumina nuestros sentidos;
infunde tu amor en nuestros corazones;
y, con tu perpetuo auxilio,
fortalece la debilidad de nuestro cuerpo.
Aleja de nosotros al enemigo,
danos pronto la paz,
sé nuestro director y nuestro guía,
para que evitemos todo mal.
Por ti conozcamos al Padre,
al Hijo revélanos también;
Creamos en ti, su Espíritu,
por los siglos de los siglos
Gloria a Dios Padre,
y al Hijo que resucitó,
y al Espíritu Consolador,
por los siglos de los siglos. Amén.
3. Empieza tu meditación del día (busca en los recuadros de abajo la fecha adecuada).
4. Después de la meditación del día, concluye tu preparación con lo siguiente:
Ave Maris Stella
Salve, del mar Estrella,
salve, Madre sagrada
de Dios y siempre Virgen,
puerta del cielo Santa.
Tomando de Gabriel
el Ave, Virgen alma,
mudando el nombre de Eva,
paces divinas trata.
La vista restituye,
las cadenas desata,
todos los males quita,
todos los bienes causa.
Muéstrate Madre, y llegue
por Ti nuestra esperanza
a quien, por darnos vida,
nació de tus entrañas.
Entre todas piadosa,
Virgen, en nuestras almas,
libres de culpa, infunde
virtud humilde y casta.
Vida nos presta pura,
camino firme allana;
que quien a Jesús llega,
eterno gozo alcanza.
Al Padre, al Hijo, al Santo
Espíritu alabanzas;
una a los tres le demos,
y siempre eternas gracias.
Magnificat
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
—como lo había prometido a nuestros padres—
en favor de Abraham
y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo,
y al Espíritu Santo.
Como era en el principio,
ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.
Amén.
Mateo 5,1-19
[1]Viendo la muchedumbre, subió al monte, se sentó, y sus discípulos se le acercaron.
[2]Y tomando la palabra, les enseñaba diciendo:
[3]«Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos.
[4]Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán en herencia la tierra.
[5]Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados.
[6]Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos serán saciados.
[7]Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.
[8]Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.
[9]Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios.
[10]Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos.
[11]Bienaventurados seréis cuando os injurien, y os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa.
[12]Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos; pues de la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a vosotros.»
[13]«Vosotros sois la sal de la tierra. Mas si la sal se desvirtúa, ¿con qué se la salará? Ya no sirve para nada más que para ser tirada afuera y pisoteada por los hombres.»
[14]«Vosotros sois la luz del mundo. No puede ocultarse una ciudad situada en la cima de un monte.
[15]Ni tampoco se enciende una lámpara y la ponen debajo del celemín, sino sobre el candelero, para que alumbre a todos los que están en la casa.
[16]Brille así vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.»
[17]«No penséis que he venido a abolir la Ley y los Profetas. No he venido a abolir, sino a dar cumplimiento.
[18]Sí, os lo aseguro: el cielo y la tierra pasarán antes que pase una i o una tilde de la Ley sin que todo suceda.
[19]Por tanto, el que traspase uno de estos mandamientos más pequeños y así lo enseñe a los hombres, será el más pequeño en el Reino de los Cielos; en cambio, el que los observe y los enseñe, ése será grande en el Reino de los Cielos.»
Mateo 5,48; 6,1-15 (BJ1)
[48]Vosotros, pues, sed perfectos como es perfecto vuestro Padre celestial.
La limosna en secreto
[1]«Cuidad de no practicar vuestra justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos; de lo contrario no tendréis recompensa de vuestro Padre celestial.
[2]Por tanto, cuando hagas limosna, no lo vayas trompeteando por delante como hacen los hipócritas en las sinagogas y por las calles, con el fin de ser honrados por los hombres; en verdad os digo que ya reciben su paga.
[3]Tú, en cambio, cuando hagas limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha;
[4]así tu limosna quedará en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.
La oración en secreto
[5]«Y cuando oréis, no seáis como los hipócritas, que gustan de orar en las sinagogas y en las esquinas de las plazas bien plantados para ser vistos de los hombres; en verdad os digo que ya reciben su paga.
[6]Tú, en cambio, cuando vayas a orar, entra en tu aposento y, después de cerrar la puerta, ora a tu Padre, que está allí, en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.
La verdadera oración: el Padre nuestro
[7]Y al orar, no charléis mucho, como los gentiles, que se figuran que por su palabrería van a ser escuchados.
[8]No seáis como ellos, porque vuestro Padre sabe lo que necesitáis antes de pedírselo.
[9]«Vosotros, pues, orad así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu Nombre;
[10]venga tu Reino; hágase tu Voluntad así en la tierra como en el cielo.
[11]Nuestro pan cotidiano dánosle hoy;
[12]y perdónanos nuestras deudas, así como nosotros hemos perdonado a nuestros deudores;
[13]y no nos dejes caer en tentación, mas líbranos del mal.
[14]«Que si vosotros perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial;
[15]pero si no perdonáis a los hombres, tampoco vuestro Padre perdonará vuestras ofensas.
Mateo 7,1-14
No juzgar
[1]«No juzguéis, para que no seáis juzgados.
[2]Porque con el juicio con que juzguéis seréis juzgados, y con la medida con que midáis se os medirá.
[3]¿Cómo es que miras la brizna que hay en el ojo de tu hermano, y no reparas en la viga que hay en tu ojo?
[4]¿O cómo vas a decir a tu hermano: “Deja que te saque la brizna del ojo”, teniendo la viga en el tuyo?
[5]Hipócrita, saca primero la viga de tu ojo, y entonces podrás ver para sacar la brizna del ojo de tu hermano.»
No profanar las cosas santas
[6]«No deis a los perros lo que es santo, ni echéis vuestras perlas delante de los puercos, no sea que las pisoteen con sus patas, y después, volviéndose, os despedacen.»
Eficacia de la oración
[7]«Pedid y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá.
[8]Porque todo el que pide recibe; el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá.
[9]¿O hay acaso alguno entre vosotros que al hijo que le pide pan le dé una piedra;
[10]o si le pide un pez, le dé una culebra?
[11]Si, pues, vosotros, siendo malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará cosas buenas a los que se las pidan!»
La Regla de oro
[12]«Por tanto, todo cuanto queráis que os hagan los hombres, hacédselo también vosotros a ellos; porque ésta es la Ley y los Profetas.»
Los dos caminos
[13]«Entrad por la entrada estrecha; porque ancha es la entrada y espacioso el camino que lleva a la perdición, y son muchos los que entran por ella;
[14]mas ¡qué estrecha la entrada y qué angosto el camino que lleva a la Vida!; y poco son los que lo encuentran.»
Imitación de Cristo: Libro III, Capítulo 40
El hombre no tiene nada bueno en sí bien ni cosa de qué gloriarse
El alma:
1. Señor, “¿qué es el hombre para que te acuerdes de él, o el hijo del hombre para que lo cuides?” (Sal 8,5). ¿Qué ha merecido el hombre para que le dieses tu gracia? Señor, ¿de qué me puedo quejar si me desamparas? O cómo podré reclamar con justicia si no haces lo que pido? Por cierto, una cosa puedo yo pensar y decir con verdad: nada soy, Señor, nada puedo, nada bueno tengo que sea mío; al contrario, todo me falta y camino siempre a la nada. Y si no soy ayudado e instruido interiormente por ti, me vuelvo enteramente tibio y disipado.
2. “Mas tú, Señor, eres siempre el mismo” (Sal 101,27), y permaneces eternamente, siempre bueno, justo y santo, haciendo todas las cosas bien, justa y santamente, y ordenándolas con sabiduría. Pero yo, que soy más inclinado a caer que aprovechar, no persevero siempre en un estado, y cambio siete veces cada día. Mas luego me va mejor cuando te dignas alargarme tu mano auxiliadora; porque sólo tú, sin humano favor, me puedes socorrer y fortalecer, de manera que no se mude más mi semblante, sino que a ti sólo se vuelva y en ti descanse mi corazón.
Imitación de Cristo: Libro III, Capítulo 7
La gracia se protege bajo el velo de la humildad
Jesús:
4. El que quiera estar muy seguro en tiempo de paz, se encontrará abatido y temeroso en tiempo de guerra. Si supieras permanecer siempre humilde y pequeño, y moderar y regir bien tu espíritu, no caerías tan fácilmente en peligro ni pecado. Buen consejo es que pienses, cuando estás con fervor de espíritu, lo que puede ocurrir con la ausencia de la luz. Y cuando esto suceda, piensa que otra vez puede volver la luz, que para tu seguridad y gloria mía te quité por algún tiempo.
Imitación de Cristo: Libro III, Capítulo 40.
Continuación: El hombre no tiene nada bueno en sí bien ni cosa de qué gloriarse
El alma:
3. Por lo cual, si yo supiese desechar toda consolación humana —ya sea por alcanzar devoción, ya por la necesidad que tengo de buscarte, porque no hay hombre que me consuele—; entonces con razón podría yo esperar en tu gracia y alegrarme con el don de la nueva consolación.
4. Gracias sean dadas a ti, de quien viene todo, siempre que me sucede algún bien. Porque yo soy vanidad y nada delante de tí: hombre mudable y débil. ¿De dónde pues me puedo gloriar o por qué deseo ser estimado? ¿Por ventura de la nada? Pero esto sería una vanidad todavía mayor. Verdaderamente la vanagloria es una maligna peste y gloria inútil: porque nos aparta de la verdadera gloria y nos despoja de la gracia celestial. Porque contentándose un hombre a sí mismo, te descontenta a ti; cuando desea las alabanzas humanas, es privado de las virtudes verdaderas.
5. La verdadera gloria y alegría santa consiste en gloriarse en ti y no en sí; gozarse en tu nombre y no en la propia virtud, ni deleitarse en criatura alguna sino por ti. Sea alabado tu nombre, no el mío; engrandecidas sean tus obras, no las mías; bendito sea tu santo nombre, y no me sea a mí atribuida parte alguna de las alabanzas de los hombres. “Tú eres mi gloria” (Sal 3,3); tú, la alegría de mi corazón. En ti me gloriaré y ensalzaré todos los días; “pero en cuanto a mí sólo me glorío de mis debilidades” (2 Cor 12,5).
Imitación de Cristo: Libro I, Capítulo 18.
Del ejemplo de los santos Padres
1. Considera bien los heróicos ejemplos de los santos Padres, en los cuales resplandeció la verdadera perfección y religión, y verás cuán poco, o casi nada, es lo que hacemos. ¡Ay! ¿Qué es nuestra vida comparada con la suya? Los santos y amigos de Cristo sirvieron al Señor en hambre y en sed, en frío y desnudez, en trabajos y fatigas, en vigilias y ayunos, en oraciones y santas meditaciones, en persecuciones y muchos oprobios.
2. ¡Oh, cuán graves y muchas tribulaciones padecieron los apóstoles, mártires, confesores, vírgenes, y todos los demás que quisieron seguir las pisadas de Cristo! Pues en esta vida aborrecieron sus vidas para poseer sus almas en la eterna (cf. Jn 12,25). ¡Oh, cuán estrecha y retirada vida hicieron los santos Padres en el yermo! ¡Cuán largas y graves tentaciones padecieron! ¡Cuán de ordinario fueron atormentados por el enemigo! ¡Cuán continuas y fervientes oraciones ofrecieron a Dios! ¡Cuán rigurosas abstinencias cumplieron! ¡Cuán gran celo y fervor tuvieron en su aprovechamiento espiritual! ¡Cuán fuertes peleas pasaron para vencer los vicios! ¡Cuán pura y recta intención tuvieron con Dios!
De día trabajaban, y las noches ocupaban en larga oración; aunque trabajando, no cesaban de la oración mental. 3. Todo el tiempo gastaban bien; las horas les parecían cortas para darse a Dios, y por la gran dulzura de la contemplación se olvidaban de la necesidad del mantenimiento corporal. Renunciaban todas las riquezas, honras, dignidades, parientes y amigos; ninguna cosa querían del mundo; apenas tomaban lo necesario para la vida, y les era pesado servir a su cuerpo aun en las cosas necesarias. De modo que eran pobres de lo temporal, pero riquísimos en gracia y virtudes.
Imitación de Cristo: Libro I, Capítulo 18.
Continuación: Del ejemplo de los santos Padres
En lo de fuera eran necesitados; pero en lo interior estaban con la gracia y divinas consolaciones recreados.
4. Ajenos eran al mundo; mas muy allegados a Dios, del cual eran familiares amigos. Teníanse por nada en cuanto a sí mismos, y para con el mundo eran despreciados; pero a los ojos de Dios eran muy preciosos y amados. Estaban en verdadera humildad; vivían en sencilla obediencia; andaban en caridad y paciencia; y por eso cada día crecían en espíritu y alcanzaban mucha gracia delante de Dios. Fueron puestos por dechados a todos los religiosos; y más nos deben mover para aprovechar en el bien, que no la muchedumbre de los tibios para aflojar y descaecer.
5. ¡Oh, cuán grande fue el fervor de todos los religiosos al principio de sus sagrados institutos! ¡Cuánta la devoción de la oración! ¡Cuánto el celo de la virtud! ¡Cuánta disciplina floreció! ¡Cuánta reverencia y obediencia al superior hubo en todas las cosas! Aún hasta ahora dan testimonio de ello las señales que quedaron de que fueron verdaderamente varones santos y perfectos, que peleando tan esforzadamente atropellaron al mundo. Ahora ya se estima en mucho aquel que no quebranta la regla, y si con paciencia puede sufrir lo que aceptó por su voluntad.
6. ¡Oh tibieza y negligencia de nuestro estado, que tan presto declinamos del fervor primero, y nos es molesto el vivir por nuestra flojedad y tibieza! Pluguiese a Dios que no durmiese en ti el aprovechamiento de las virtudes, pues viste muchas veces tantos ejemplos de devotos varones.
Imitación de Cristo: Libro I, Capítulo 13.
Cómo se ha de resistir a las tentaciones
1. Mientras en el mundo vivimos, no podemos estar sin tribulaciones y tentaciones. Por lo cual está escrito en Job (7,1): «Tentación es la vida del hombre sobre la tierra». Por eso cada uno debe tener mucho cuidado acerca de sus tentaciones y velar en oración, porque no halle lugar de engañarle el demonio que nunca duerme, sino busca por todos lados a quién tragarse (1 Pe 5,8). Ninguno hay tan santo ni tan perfecto que no tenga algunas veces tentaciones, y no es posible librarse definitivamente de ellas.
2. Mas son las tentaciones muchas veces utilísimas al hombre, aunque sean graves y pesadas; porque en ellas es uno humillado, purgado y enseñado. Todos los santos por muchas tribulaciones y tentaciones pasaron y aprovecharon. Y los que no las quisieron sufrir y llevar bien, fueron tenidos por réprobos, y desfallecieron. No hay religión tan santa, ni lugar tan secreto, donde no haya tentaciones y adversidades.
3. No hay hombre seguro del todo de tentaciones mientras que vive; porque en nosotros mismos está la causa de donde vienen, pues que nacimos con la inclinación al pecado. Pasada una tentación o tribulación, sobreviene otra, y siempre tendremos que sufrir, porque se perdió el bien de nuestra primera felicidad. Muchos quieren huir de las tentaciones, y caen en ellas más gravemente. No se pueden vencer sólo con huirlas: con paciencia y verdadera humildad nos hacemos más fuertes que todos los enemigos.
4. El que solamente quita lo que se ve, y no arranca la raíz, poco aprovechará; antes tornarán a él más presto las tentaciones, y hallarse ha peor. Poco a poco, con paciencia y buen ánimo vencerás con el favor divino, mejor que no con tu propio conato y fatiga. Toma muchas veces consejo en la tentación, y no seas desabrido con el que está tentado, antes procura consolarle como tú lo quisieras para ti.
5. El principio de toda tentación es la inconstancia del ánimo y la poca confianza en Dios. Porque como la nave sin timón la llevan a una y otra parte las olas, así el hombre descuidado, y que desiste de su propósito, es tentado de diversas maneras.
Imitación de Cristo: Libro I, Capítulo 13.
Continuación: Cómo se ha de resistir a las tentaciones
El fuego prueba al hierro, y la tentación al hombre justo. Muchas veces no sabemos lo que podemos; mas la tentación descubre lo que somos. Debemos pues velar, principalmente al principio de la tentación; porque entonces más fácilmente es vencido el enemigo, cuando no le dejamos pasar de la puerta del alma, y se le resiste al umbral luego que toca, por lo cual dijo uno: «Resiste a los principios; llega tarde el remedio, si ya el mal se arraigó por largo tiempo». Porque primeramente se ofrece al alma sólo el pensamiento sencillo, después la importuna imaginación, luego la delectación, el movimiento desordenado y el consentimiento. Y así se entra poco a poco el maligno enemigo, y se apodera de todo por no resistirle al principio. Y cuanto más tiempo fuere uno perezoso en resistir, tanto se hace cada día más débil, y el enemigo, contra él, más fuerte.
6. Algunos padecen graves tentaciones al principio de su conversión, otros al fin, y otros son molestados casi toda su vida. Algunos son tentados blandamente, según la sabiduría y juicio de Dios, que mide el estado y los méritos de los hombres, y todo lo tiene ordenado para la salvación de sus escogidos.
7. Por eso no debemos desconfiar cuando somos tentados; antes bien debemos rogar a Dios con mayor fervor que sea servido de ayudarnos en toda tribulación, el cual sin duda, según el dicho de San Pablo, nos dará tal auxilio junto con la tentación, para que la podamos sufrir. Humillemos, pues, nuestras almas bajo la mano de Dios en toda tribulación y tentación, porque él salvará y engrandecerá los humildes de espíritu.
8. En las tentaciones y adversidades se ve cuánto uno ha aprovechado, porque entonces es mayor el merecimiento y se conoce mejor la virtud.
Imitación de Cristo: Libro III, Capítulo 10.
Despreciando el mundo, es dulce cosa servir a Dios
El alma:
1. Otra vez hablaré, ahora, Señor, y no callaré; diré en los oídos de mi Dios, de mi Señor y de mi Rey que está en el cielo: ¡Oh Señor, cuán alta es la grandeza de tu dulzura, que escondiste para los que te temen! (Sal 30,20). Pues ¿qué eres para los que te aman? ¿Qué, para los que te sirven de todo corazón? Verdaderamente es inefable la dulzura de tu contemplación, la cual das a los que te aman. En esto has mostrado singularmente la dulcedumbre de tu caridad, que cuando yo no era me creaste; y cuando andaba perdido lejos de ti, me tornaste a ti para que te sirviese, y me mandaste que te amase.
2. ¡Oh fuente de amor perenne! ¿Qué diré de ti? ¿Cómo podré olvidarme de ti, que te dignaste acordarte de mí, aún después que yo me perdí y perecí? Usaste con tu siervo misericordia sobre toda esperanza, y sobre todo merecimiento le diste tu gracia y amistad. ¿Qué te volveré yo por esta gracia? Porque no se concede a todos, que dejadas todas las cosas, renuncien al mundo y abracen la vida retirada. ¿Por ventura es gran cosa que yo te sirva, a quien toda criatura está obligada a servir? No me debe parecer mucho servirte; antes me parece cosa grande y maravillosa, que tú te dignes recibir por siervo a uno tan pobre e indigno, y unirle con tus amados siervos. […]
5. Grande honra y gran gloria es servirte, y despreciar todas las cosas por ti. Por cierto grande gracia tendrán los que de toda voluntad se sujetaren a tu santísimo servicio. Hallarán la suavísima consolación del Espíritu Santo los que por amor tuyo despreciaren todo deleite carnal. Alcanzarán gran libertad de corazón los que entran por la senda estrecha por amor tuyo, y por él desechen todo cuidado mundano.
Imitación de Cristo: Libro I, Capítulo 25.
De la fervorosa enmienda de toda nuestra vida
2. Como uno estuviese congojado, y entre la esperanza y el temor dudase muchas veces, cargado de tristeza se postró delante de un altar en la iglesia para rezar; y revolviendo en su corazón varias cosas dijo: «¡Oh, si supiese que había de perseverar!» Y luego oyó en lo interior esta divina respuesta: «¿Qué harías si eso supieres? Haz ahora lo que harías entonces, y estarás bien seguro». Y al punto, consolado y confortado, se ofreció a la divina voluntad, y cesó su congojosa turbación. Y no quiso más escudriñar curiosamente para saber lo que le había de suceder; sino que anduvo con mucho cuidado de saber lo que fuese la voluntad de Dios, y a sus divinos ojos más agradable y perfecto, para comenzar y perfeccionar toda buena obra.
3. El Profeta dice: «Espera en el Señor, y haz bondad, y mora en la tierra, y serás apacentado en sus riquezas» (Sal 37,3). Detiene a muchos el fervor de su aprovechamiento el temor de las dificultades o el trabajo de la batalla. Ciertamente aprovechan más en las virtudes aquellos que más varonilmente ponen todas sus fuerzas para vencer las que le son más graves y contrarias; porque allí aprovecha uno más, y alcanza mayor gracia, adonde más se vence a sí mismo y se mortifica el espíritu.
4. Pero no todos tienen igual ánimo para vencer y mortificarse. No obstante el diligente y celoso de su aprovechamiento será más fuerte para la perfección, aunque tenga muchas pasiones, que el de buen natural si pone poco cuidado en las virtudes.
Imitación de Cristo: Libro I, Capítulo 25.
Continuación: De la fervorosa enmienda de toda nuestra vida
5. Mira que te aproveches donde quiera; y si vieres y oyeres buenos ejemplos, anímate a imitarlo. Mas si vieres alguna cosa digna de reprensión, guárdate de hacerla; y si alguna vez la hiciste, procura enmendarte luego. Así como tú observas a los otros, así los otros te observan a ti. ¡Oh cuán alegre y dulce cosa es ver a los devotos y fervorosos hermanos con santas costumbres y en observante disciplina! ¡Cuán triste y penoso es verlos andar desordenados, y que no hacen aquello a lo que son llamados por su vocación! ¡Oh cuán dañoso es ser negligente en el propósito de su llamamiento, y ocuparse en lo que no les mandan!
6. Acuérdate del propósito que tomaste y pon delante de ti la imagen del Crucificado. Bien puedes avergonzarte mirando la vida de Jesucristo; porque aún no estudiaste a conformarte más con Él, aunque hace muchos años que estás en el camino de Dios. El religioso que se ejercita intensa y devotamente en la santísima Vida y Pasión del Señor, halla allí cumplidamente todo lo útil y necesario para sí, y no tiene que buscar cosa mejor fuera de Jesucristo. ¡Oh si viniese a nuestro corazón Jesús crucificado, cuán presto y cumplidamente seríamos enseñados! […]
11. El hombre fervoroso y diligente a todo está dispuesto. Mayor trabajo es resistir a los vicios y pasiones, que sudar en los trabajos corporales. El que no evita los defectos pequeños, poco a poco cae en los grandes. Te alegrarás siempre a la noche, si gastares bien el día. Vela sobre ti; excítate a ti; amonéstate a ti; y sea de los otros lo que fuere, no te descuides de ti. Tanto más aprovecharás cuanto más violencia te hicieres. Amén.
TEMA: CONOCIMIENTO DE SÍ MISMO
Las oraciones, exámenes, reflexiones, actos de renuncia de nuestra propia voluntad, de arrepentimiento por nuestros pecados, de desprecio propio, realizado todo a los pies de María, ya que por ella esperamos la luz para conocernos a nosotros mismos. Junto a ella, podremos medir el abismo de nuestras miserias sin desesperar.
Debemos emplear todas nuestras acciones piadosas en pedir un conocimiento propio y el arrepentimiento de nuestros pecados: y debemos hacer esto con espíritu de piedad. Durante este período, consideraremos no tanto la oposición que existe entre el espíritu de Jesús y el nuestro, como el miserable y humillante estado en que nos han reducido los pecados. Además, siendo la verdadera devoción una manera fácil, corta, segura y perfecta para llegar a esa unión con Nuestro Señor, que es la perfección a la imitación de Cristo, entraremos decididamente por este camino, firmemente convencidos de nuestra miseria e incapacidad. Pero, ¿cómo conseguir esto sin el conocimiento de sí mismo?
1. Lee el texto del tema de la Segunda Parte (el cual se encuentra en el recuadro de la Segunda Parte), ya que éste establece el tono y la meta a lograr durante estos 7 días de la primera semana: el conocimiento de sí.
2. Después de leer el tema, antes de comenzar la meditación del día, ora al Espíritu Santo con lo siguiente:
Letanía al Espíritu Santo
Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo, ten piedad de nosotros.
Señor, ten piedad de nosotros.
Padre Omnipotente, ten piedad de nosotros.
Jesús, Hijo Eterno del Padre, Redentor del mundo, sálvanos.
Espíritu del Padre y del Hijo, vida ilimitada de ambos, santifícanos.
Santísima Trinidad, óyenos.
Espíritu Santo, que procedes del Padre y del Hijo, entra en nuestros corazones.
Espíritu Santo, que eres igual al Padre y al Hijo,
Promesa de Dios Padre, ten misericordia de nosotros.
Rayo de luz celeste,
Autor de todo bien,
Fuente de agua viva,
Fuego abrasador,
Caridad ardiente,
Unción Espiritual,
Espíritu de amor y de verdad,
Espíritu de sabiduría y entendimiento,
Espíritu de consejo y de fuerza,
Espíritu de ciencia y de piedad,
Espíritu de temor del Señor,
Espíritu de gracia y de oración,
Espíritu de paz y de mansedumbre,
Espíritu de modestia y de inocencia,
Espíritu Santo, el Consolador,
Espíritu Santo, el Santificador,
Espíritu que gobiernas la Iglesia,
Don de Dios, el Altísimo,
Espíritu que llenas el universo,
Espíritu de adopción de los hijos de Dios,
Espíritu Santo, imprime en nosotros el horror al pecado.
Espíritu Santo, ven a renovar la faz de la tierra.
Espíritu Santo, derrama tus luces en nuestra inteligencia.
Espíritu Santo, graba tu ley en nuestros corazones.
Espíritu Santo, abrásanos en el fuego de tu amor.
Espíritu Santo, ábrenos el tesoro de tus gracias.
Espíritu Santo, enséñanos a orar como se debe.
Espíritu Santo, ilumínanos con tus inspiraciones celestiales.
Espíritu Santo, guíanos por el camino de la salvación.
Espíritu Santo, concédenos la única ciencia necesaria.
Espíritu Santo, inspíranos la práctica del bien.
Espíritu Santo, otórganos los méritos de todas las virtudes.
Espíritu Santo, haz que perseveremos en tu justicia.
Espíritu Santo, sé tú mismo nuestra recompensa eterna.
Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo, envíanos tu Espíritu Santo.
Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo, derrama en nuestras almas los dones del Espíritu Santo.
Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo, concédenos el Espíritu de sabiduría y piedad.
V. Ven Espíritu Santo, llena de tus dones los corazones de tus fieles
R. Y enciende en ellos el fuego de tu amor.
Oremos.
Concede, Padre misericordioso, que tu divino Espíritu nos ilumine, inflame y purifique, que penetre en nosotros con su rocío celestial y nos haga fecundos en buenas obras, por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que Contigo, en la unidad del mismo Espíritu, vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.
3. Empieza tu meditación del día (busca en los recuadros de abajo la fecha adecuada).
4. Después de la meditación del día, concluye tu preparación con lo siguiente:
Letanía Lauretana
Señor, ten piedad
Cristo, ten piedad
Señor, ten piedad.
Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos.
Dios, Padre celestial,
ten piedad de nosotros.
Dios, Hijo, Redentor del mundo,
Dios, Espíritu Santo,
Santísima Trinidad, un solo Dios,
Santa María,
ruega por nosotros.
Santa Madre de Dios,
Santa Virgen de las Vírgenes,
Madre de Cristo,
Madre de la Iglesia,
Madre de la misericordia,
Madre de la divina gracia,
Madre de la esperanza,
Madre purísima,
Madre castísima,
Madre siempre virgen,
Madre inmaculada,
Madre amable,
Madre admirable,
Madre del buen consejo,
Madre del Creador,
Madre del Salvador,
Virgen prudentísima,
Virgen digna de veneración,
Virgen digna de alabanza,
Virgen poderosa,
Virgen clemente,
Virgen fiel,
Espejo de justicia,
Trono de la sabiduría,
Causa de nuestra alegría,
Vaso espiritual,
Vaso digno de honor,
Vaso de insigne devoción,
Rosa mística,
Torre de David,
Torre de marfil,
Casa de oro,
Arca de la Alianza,
Puerta del cielo,
Estrella de la mañana,
Salud de los enfermos,
Refugio de los pecadores,
Consuelo de los migrantes,
Consoladora de los afligidos,
Auxilio de los cristianos,
Reina de los Ángeles,
Reina de los Patriarcas,
Reina de los Profetas,
Reina de los Apóstoles,
Reina de los Mártires,
Reina de los Confesores,
Reina de las Vírgenes,
Reina de todos los Santos,
Reina concebida sin pecado original,
Reina asunta a los Cielos,
Reina del Santísimo Rosario,
Reina de la familia,
Reina de la paz.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,
perdónanos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,
escúchanos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,
ten misericordia de nosotros.
Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios,
para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Cristo.
Oremos.
Te rogamos nos concedas,
Señor Dios nuestro,
gozar de continua salud de alma y cuerpo,
y por la gloriosa intercesión
de la bienaventurada siempre Virgen María,
vernos libres de las tristezas de la vida presente
y disfrutar de las alegrías eternas.
Por Cristo nuestro Señor.
Amén.
Ave Maris Stella
Salve, del mar Estrella,
salve, Madre sagrada
de Dios y siempre Virgen,
puerta del cielo Santa.
Tomando de Gabriel
el Ave, Virgen alma,
mudando el nombre de Eva,
paces divinas trata.
La vista restituye,
las cadenas desata,
todos los males quita,
todos los bienes causa.
Muéstrate Madre, y llegue
por Ti nuestra esperanza
a quien, por darnos vida,
nació de tus entrañas.
Entre todas piadosa,
Virgen, en nuestras almas,
libres de culpa, infunde
virtud humilde y casta.
Vida nos presta pura,
camino firme allana;
que quien a Jesús llega,
eterno gozo alcanza.
Al Padre, al Hijo, al Santo
Espíritu alabanzas;
una a los tres le demos,
y siempre eternas gracias.
Lucas 11,1-13
El Padre Nuestro
¹ Estaba Jesús orando en cierto lugar. Cuando terminó, le dijo uno de sus discípulos: «Señor, ensénanos a orar, como enseñó Juan a sus discípulos.» ² Él les dijo: «Cuando oréis, decid:
Padre, santificado sea tu Nombre,
venga tu Reino,
³ danos cada día nuestro pan cotidiano,
⁴ y perdónanos nuestros pecados,
porque también nosotros perdonamos a todo el que nos debe,
y no nos dejes caer en tentación.»
El amigo inoportuno
⁵ Les dijo también: «Imaginaos que uno de vosotros tiene un amigo y acude a él a medianoche, diciéndole: “Amigo, préstame tres panes, ⁶ porque ha llegado de viaje a mi casa un amigo mío y no tengo qué ofrecerle”, ⁷ y el otro, desde dentro, le responde: “No me molestes. La puerta ya está cerrada, y mis hijos y yo estamos acostados; no puedo levantarme a dártelos.” ⁸ Os aseguro, que si no se levanta a dárselos por ser su amigo, se levantará para que deje de molestarle, y le dará cuanto necesite.»
Eficacia de la oración
⁹ Yo os digo: «Pedid y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá. ¹⁰ Porque todo el que pide, recibe; el que busca, halla; y al que llama, le abrirán. ¹¹ ¿Qué padre hay entre vosotros que le da una culebra a su hijo cuando le pide un pez?; ¹² ¿o le da un escorpión si le pide un huevo? ¹³ Pues si vosotros, aun siendo malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más el Padre del cielo dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan!»
Imitación de Cristo: Libro III, Capítulo 13.
De la obediencia del súbdito humilde a ejemplo de Jesucristo.
Jesucristo
1. Hijo, el que procura sustraerse de la obediencia, él mismo se aparta de la gracia; y el que quiere tener cosas propias, pierde las comunes. El que no se sujeta de buena gana a su superior, señal es que su carne no le obedece perfectamente, sino que muchas veces se resiste y murmura.
Aprende pues a sujetarte prontamente a tu superior, si deseas tener tu carne sujeta. Porque tanto más presto se vence el enemigo, cuanto no estuviere debilitado el hombre interior. No hay enemigo peor ni más dañoso para el alma que tú mismo, si no estás bien avenido con el Espíritu. Necesario es que tengas verdadero desprecio de ti mismo, si quieres vencer la carne y la sangre. Porque aún te amas muy desordenadamente, por eso temes sujetarte del todo a la voluntad de otros.
2. ¿Pero qué mucho es que tú, polvo y nada, te sujetes al hombre por cuando yo Omnipotente y Altísimo, que creé todas las cosas de la nada, más humilde y abatido de todos, para que vencieses tu soberbia con mi humildad. ¡Oh polvo! aprende a obedecer: aprende, tierra y lodo, a humillarte y postrarte a los pies de todos. Aprende a quebrantar tus inclinaciones, y rendirte a toda sujeción.
Lucas 13,1-5
Arrepentíos o pereceréis
¹ En aquel mismo momento llegaron algunos que le contaron lo de los galileos, cuya sangre había mezclado Pilato con la de sus sacrificios. ² Les respondió Jesús: «¿Pensáis que esos galileos eran más pecadores que todos los demás galileos, porque han padecido estas cosas? ³ No, os lo aseguro; y si no os convertís, todos pereceréis del mismo modo. ⁴ O aquellos dieciocho sobre los que se desplomó la torre de Siloé matándolos, ¿pensáis que eran más culpables que los demás hombres que habitaban en Jerusalén? ⁵ No, os lo aseguro; y si no os convertís, todos pereceréis del mismo modo.»
Verdadera devoción: No. 81, 82
Necesitamos a María para morir a nosotros mismos
81. Para vaciarnos de nosotros mismos, debemos morir a nosotros mismos todos los días. Es decir, debemos renunciar a las operaciones de las facultades de nuestra alma y de los sentidos de nuestro cuerpo. Debemos ver como si no viéramos, comprender como si no entendiéramos y servirse de las cosas de este mundo, como si no se sirviese de ellas (cf. 1 Cor 7,29-31). Esto es lo que San Pablo llama morir a diario (cf. 1 Cor 15:31). «Si el grano de trigo que cae en la tierra no muere, permanece solo y no produce buen fruto» (cf. Jn 12,24-25). Si no morimos a nosotros mismos, y si nuestras devociones más santas no nos inclinan a esta muerte necesaria y fecunda, no produciremos ningún fruto que valga la pena y nuestras devociones se volverán inútiles. […]
82. Debemos elegir, por tanto, entre todas las devociones a la Santísima Virgen, la que más nos lleve hacia esta muerte a nosotros mismos, por cuanto será la mejor y más santificante.
Verdadera devoción: No. 228
Ejercicios preparatorios
Durante la primera semana, debemos ofrecer todas nuestras oraciones y acciones piadosas para pedir el conocimiento de nosotros mismos y la contrición por nuestros pecados: y debemos hacerlo con un espíritu de humildad. Para ese fin, podemos, si queremos, meditar en nuestra corrupción interna, como se explicó antes. Podemos considerarnos a nosotros mismos, durante estos días, como caracoles, reptiles, sapos, cerdos, serpientes y animales inmundos; o podemos reflexionar sobre las tres consideraciones de San Bernardo: la vileza de nuestro origen, las deshonras de nuestro estado actual y nuestro final como alimento para los gusanos. Debemos orar a nuestro Señor y al Espíritu Santo para que nos ilumine, y para eso podemos usar la eyaculación, "¡Señor, que pueda ver!" O "Que pueda conocerme a mí mismo" o "Ven Espíritu Santo", junto con las Letanías de el Espíritu Santo. Debemos recurrir a la Santísima Virgen y pedirle que nos conceda esta inmensa gracia, que debe ser el fundamento de todas las demás, para ello debemos decir diariamente: Ave Maris Stella, y la Letanía de la Santísima Virgen.
Imitación de Cristo: Libro II, Capítulo 5.
De la consideración de sí mismo.
1. No debemos confiar en nosotros mismos grandes cosas, porque muchas veces nos falta la gracia y la discreción. Poca luz hay en nosotros, y presto la perdemos por nuestra negligencia. Y muchas veces no sentimos cuán ciegos estamos en el alma. Muchas veces también obramos mal, y lo excusamos peor. A veces nos mueve la pasión, y pensamos que es celo. Reprendemos en los otros las cosas pequeñas y tragamos las graves si son nuestras. Rápidamente sentimos y agravamos lo que de otro sufrimos, más no miramos cuánto enojamos a los otros. El que bien y rectamente examinare sus obras, no tendrá que juzgar gravemente las ajenas.
Imitación de Cristo: Libro I, Capítulo 24.
1. Mira el fin en todas las cosas, y de qué suerte estarás delante de aquel juez justísimo, para quien no hay cosa encubierta, ni se amansa con dádivas, ni admite excusas, sino que juzgará justísimamente. ¡Oh ignorante, y miserable pecador! ¿Qué responderás a Dios, que sabe todas tus maldades, tú que temes a veces el rostro de un hombre airado? ¿Por qué no te previenes para el día del juicio cuando no habrá quien defienda ni ruegue por otro, sino que cada uno tendrá bastante que hacer por sí?
Lucas 16,1-8
Parábola del mayordomo infiel
¹ Decía también a sus discípulos: «Era un hombre rico que tenía un administrador a quien acusaron ante él de malbaratar su hacienda; ² le llamó y le dijo: “¿Qué oigo decir de ti? Dame cuenta de tu administración, porque ya no podrás seguir administrando.” ³ Se dijo a sí mismo el administrador: “¿Qué haré, pues mi señor me quita la administración? Cavar, no puedo; mendigar, me da vergüenza. ⁴ Ya sé lo que voy a hacer, para que cuando sea removido de la administración me reciban en sus casas.”
⁵ Y convocando uno por uno a los deudores de su señor, dijo al primero: “¿Cuánto debes a mi señor?” ⁶ Respondió: “Cien medidas de aceite.” El le dijo: “Toma tu recibo, siéntate en seguida y escribe cincuenta.” ⁷ Después dijo a otro: “Tú, ¿cuánto debes?” Contestó: “Cien cargas de trigo.” Dícele: “Toma tu recibo y escribe ochenta.”
⁸ El señor alabó al administrador injusto porque había obrado astutamente, pues los hijos de este mundo son más astutos con los de su generación que los hijos de la luz.»
Lucas 17,1-10
El escándalo
¹ Dijo a sus discípulos: «Es imposible que no haya escándalos; pero, ¡ay de aquel por quien vinieren! ² Le iría mejor si le pusieran al cuello una piedra de molino y lo arrojasen al mar, antes que escandalizar a uno de estos pequeños. ³ Andad, pues, con cuidado.
Corrección fraterna
Si tu hermano peca, repréndele; y si se arrepiente, perdónale. ⁴ Y si peca contra ti siete veces al día, y siete veces se vuelve a ti, diciendo: “Me arrepiento”, le perdonarás.»
Poder de la fe
⁵ Dijeron los apóstoles al Señor; «Auméntanos la fe.» ⁶ El Señor dijo: «Si tuvierais una fe como un grano de mostaza, habríais dicho a este sicómoro: “Arráncate y plántate en el mar”, y os habría obedecido.»
El deber del siervo
⁷ «¿Quién de vosotros, si tiene un siervo arando o pastoreando, le dice cuando regresa del campo: “Pasa al momento y ponte a la mesa”? ⁸ ¿No le dirá más bien: “Prepárame algo para cenar y cíñete para servirme: y, después que yo haya comido y bebido, entonces comerás y beberás tú”? ⁹ ¿Acaso tiene que dar las gracias al siervo porque hizo lo que le mandaron? ¹⁰ De igual modo vosotros, cuando hayáis hecho todo lo que os han mandado, decid: “No somos más que unos pobres siervos; sólo hemos hecho lo que teníamos que hacer.”»
Imitación de Cristo: Libro III, Capítulo 47
Todas las cosas pasadas se deben padecer por la vida eterna.
Jesucristo:
1. Hijo, no te quebranten los trabajos que has tomado por Mí, ni te abatan del todo las tribulaciones; mas mi promesa te esfuerce y consuele en todo lo que viniere. Yo basto para galardonarte sobre toda manera y medida. No trabajarás aquí mucho tiempo, ni serás agravado siempre de dolores. Espera un poquito y verás cuán presto se pasan los males. Vendrá una hora cuando cesará todo trabajo e inquietud. Poco y breve es todo lo que pasa con el tiempo.
Lucas 18,15-30
Jesús y los niños
15 Le presentaban también a los niños pequeños para que los tocara; pero los discípulos, al verlo, les reñían. 16 Mas Jesús llamó a los niños y dijo: «Dejad que los niños vengan a mí y no se lo impidáis; porque de los que son como éstos es el Reino de Dios. 17 Os aseguro que el que no acoja el Reino de Dios como un niño no entrará en él.»
El hombre rico
18 Uno de los principales le preguntó: «Maestro bueno, ¿qué debo hacer para tener en herencia vida eterna?» 19 Le dijo Jesús: «¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno, sino sólo Dios. 20 Ya sabes los mandamientos: No cometas adulterio, no mates, no robes, no levantes falso testimonio, honra a tu padre y a tu madre.» 21 Él respondió: «Todo eso lo he guardado desde mi juventud.» 22 Al oírlo, Jesús le dijo: «Aún te falta una cosa: vende todo cuanto tienes véndelo y repártelo entre los pobres, y tendrás un tesoro en los cielos; luego, ven y sígueme.» 23 Al oír esto, se puso muy triste, porque era muy rico.
Peligro de las riquezas
24 Al verlo [tan triste], Jesús dijo: «¡Qué difícil es que los que tienen riquezas entren en el Reino de Dios! 25 Es más fácil que un camello entre por el ojo de una aguja, que el que un rico entre en el Reino de Dios.» 26 Los que lo oyeron, dijeron: «¿Quién se podrá salvar entonces?» 27 Respondió: «Lo que es imposible para los hombres es posible para Dios.»
Recompensa prometida al desprendimiento
28 Dijo entonces Pedro: «Ya lo ves, nosotros hemos dejado nuestras cosas y te hemos seguido.» 29 Él les respondió: «Os aseguro que nadie que haya dejado casa, mujer, hermanos, padres o hijos por el Reino de Dios, 30 quedará sin recibir mucho más al presente y vida eterna en el mundo venidero.»
TEMA: CONOCIMIENTO DE MARÍA
Los actos de amor, afectos piadosos hacia la Santísima Virgen, imitación de sus virtudes, especialmente su humildad profunda, su fe viva, su obediencia ciega, su continua oración mental, su mortificación en todas las cosas, su pureza incomparable, su caridad ardiente, su paciencia heroica, su dulzura angelical y su sabiduría divina: «siendo esto», como dice San Luis María Grignion de Montfort, «las diez virtudes principales de la Santísima Virgen».
Tenemos que unimos a Jesús por María, ésta es la característica de nuestra devoción; por tanto, San Luis María Grignion de Montfort nos pide que nos empleemos a fondo para adquirir un conocimiento de la Santísima Virgen. María es nuestra soberana y nuestra medianera, nuestra Madre y nuestra Señora. Esforcémonos, pues, en conocer los efectos de esta realeza, de esta mediación y de esta maternidad, así como las grandezas y prerrogativas que son los fundamentos o consecuencias de ello. Nuestra Santísima Madre también es perfecta —un molde en donde podemos ser moldeados para poder hacer nuestras sus intenciones y disposiciones. Esto no lo conseguiremos sin estudiar la vida interior de María, o sea, sus virtudes, sus sentimientos, sus acciones, su participación en los misterios de Jesucristo y su unión con Él.
1. Lee el texto del tema de la Tercera Parte (el cual se encuentra en el recuadro de la Tercera Parte), ya que éste establece el tono y la meta a lograr durante estos 7 días de la segunda semana: el conocimiento de María.
2. Después de leer el tema, antes de comenzar la meditación del día, ora al Espíritu Santo con lo siguiente:
Letanía al Espíritu Santo
Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo, ten piedad de nosotros.
Señor, ten piedad de nosotros.
Padre Omnipotente, ten piedad de nosotros.
Jesús, Hijo Eterno del Padre, Redentor del mundo, sálvanos.
Espíritu del Padre y del Hijo, vida ilimitada de ambos, santifícanos.
Santísima Trinidad, óyenos.
Espíritu Santo, que procedes del Padre y del Hijo, entra en nuestros corazones.
Espíritu Santo, que eres igual al Padre y al Hijo,
Promesa de Dios Padre, ten misericordia de nosotros.
Rayo de luz celeste,
Autor de todo bien,
Fuente de agua viva,
Fuego abrasador,
Caridad ardiente,
Unción Espiritual,
Espíritu de amor y de verdad,
Espíritu de sabiduría y entendimiento,
Espíritu de consejo y de fuerza,
Espíritu de ciencia y de piedad,
Espíritu de temor del Señor,
Espíritu de gracia y de oración,
Espíritu de paz y de mansedumbre,
Espíritu de modestia y de inocencia,
Espíritu Santo, el Consolador,
Espíritu Santo, el Santificador,
Espíritu que gobiernas la Iglesia,
Don de Dios, el Altísimo,
Espíritu que llenas el universo,
Espíritu de adopción de los hijos de Dios,
Espíritu Santo, imprime en nosotros el horror al pecado.
Espíritu Santo, ven a renovar la faz de la tierra.
Espíritu Santo, derrama tus luces en nuestra inteligencia.
Espíritu Santo, graba tu ley en nuestros corazones.
Espíritu Santo, abrásanos en el fuego de tu amor.
Espíritu Santo, ábrenos el tesoro de tus gracias.
Espíritu Santo, enséñanos a orar como se debe.
Espíritu Santo, ilumínanos con tus inspiraciones celestiales.
Espíritu Santo, guíanos por el camino de la salvación.
Espíritu Santo, concédenos la única ciencia necesaria.
Espíritu Santo, inspíranos la práctica del bien.
Espíritu Santo, otórganos los méritos de todas las virtudes.
Espíritu Santo, haz que perseveremos en tu justicia.
Espíritu Santo, sé tú mismo nuestra recompensa eterna.
Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo, envíanos tu Espíritu Santo.
Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo, derrama en nuestras almas los dones del Espíritu Santo.
Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo, concédenos el Espíritu de sabiduría y piedad.
V. Ven Espíritu Santo, llena de tus dones los corazones de tus fieles
R. Y enciende en ellos el fuego de tu amor.
Oremos.
Concede, Padre misericordioso, que tu divino Espíritu nos ilumine, inflame y purifique, que penetre en nosotros con su rocío celestial y nos haga fecundos en buenas obras, por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que Contigo, en la unidad del mismo Espíritu, vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.
3. Empieza tu meditación del día (busca en los recuadros de abajo la fecha adecuada).
4. Después de la meditación del día, concluye tu preparación con lo siguiente:
Letanía Lauretana
Señor, ten piedad
Cristo, ten piedad
Señor, ten piedad.
Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos.
Dios, Padre celestial,
ten piedad de nosotros.
Dios, Hijo, Redentor del mundo,
Dios, Espíritu Santo,
Santísima Trinidad, un solo Dios,
Santa María,
ruega por nosotros.
Santa Madre de Dios,
Santa Virgen de las Vírgenes,
Madre de Cristo,
Madre de la Iglesia,
Madre de la misericordia,
Madre de la divina gracia,
Madre de la esperanza,
Madre purísima,
Madre castísima,
Madre siempre virgen,
Madre inmaculada,
Madre amable,
Madre admirable,
Madre del buen consejo,
Madre del Creador,
Madre del Salvador,
Virgen prudentísima,
Virgen digna de veneración,
Virgen digna de alabanza,
Virgen poderosa,
Virgen clemente,
Virgen fiel,
Espejo de justicia,
Trono de la sabiduría,
Causa de nuestra alegría,
Vaso espiritual,
Vaso digno de honor,
Vaso de insigne devoción,
Rosa mística,
Torre de David,
Torre de marfil,
Casa de oro,
Arca de la Alianza,
Puerta del cielo,
Estrella de la mañana,
Salud de los enfermos,
Refugio de los pecadores,
Consuelo de los migrantes,
Consoladora de los afligidos,
Auxilio de los cristianos,
Reina de los Ángeles,
Reina de los Patriarcas,
Reina de los Profetas,
Reina de los Apóstoles,
Reina de los Mártires,
Reina de los Confesores,
Reina de las Vírgenes,
Reina de todos los Santos,
Reina concebida sin pecado original,
Reina asunta a los Cielos,
Reina del Santísimo Rosario,
Reina de la familia,
Reina de la paz.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,
perdónanos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,
escúchanos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,
ten misericordia de nosotros.
Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios,
para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Cristo.
Oremos.
Te rogamos nos concedas,
Señor Dios nuestro,
gozar de continua salud de alma y cuerpo,
y por la gloriosa intercesión
de la bienaventurada siempre Virgen María,
vernos libres de las tristezas de la vida presente
y disfrutar de las alegrías eternas.
Por Cristo nuestro Señor.
Amén.
Ave Maris Stella
Salve, del mar Estrella,
salve, Madre sagrada
de Dios y siempre Virgen,
puerta del cielo Santa.
Tomando de Gabriel
el Ave, Virgen alma,
mudando el nombre de Eva,
paces divinas trata.
La vista restituye,
las cadenas desata,
todos los males quita,
todos los bienes causa.
Muéstrate Madre, y llegue
por Ti nuestra esperanza
a quien, por darnos vida,
nació de tus entrañas.
Entre todas piadosa,
Virgen, en nuestras almas,
libres de culpa, infunde
virtud humilde y casta.
Vida nos presta pura,
camino firme allana;
que quien a Jesús llega,
eterno gozo alcanza.
Al Padre, al Hijo, al Santo
Espíritu alabanzas;
una a los tres le demos,
y siempre eternas gracias.
Oración a Nuestra Señora de San Luis de Montfort
¡Salve, María, amadísima Hija del Eterno Padre; salve María, Madre admirable del Hijo; salve, María, fidelísima Esposa del Espíritu Santo; salve, Maria, mi amada Madre, mi amable Maestra, mi poderosa Soberana; salve, gozo mío, gloria mía, mi corazón y mi alma! Sois toda mía por misericordia, y yo soy todo vuestro por justicia, pero todavía no lo soy bastante. De nuevo me entrego a ti todo entero en calidad de eterno esclavo, sin reservar nada, ni para mí, ni para otros.
Si algo ves en mí que todavía no sea tuyo, tómalo enseguida, te lo suplico, y hazte dueña absoluta de todos mis haberes para destruir y desarraigar y aniquilar en mí todo lo que desagrada a Dios y plantar y levantar y producir todo lo que os guste.
La luz de tu fe disipe las tinieblas de mi espíritu; tu humildad profunda ocupe el lugar de mi orgullo; tu contemplación sublime detenga las distracciones de mi fantasía vagabunda; tu continua vista de Dios llene de su presencia mi memoria, el incendio de caridad de tu corazón abrase la tibieza y frialdad del mío; cedan el sitio a tus virtudes mis cados; tus méritos sean delante de Dios mi adorno y suplemento. En fin, queridísima y amadísima Madre, haz, si es posible, que no tenga yo más espíritu que el tuyo para conocer a Jesucristo y entender sus divinas voluntades; que no tenga más alma que la tuya para alabar y glorificar al Señor; que no tenga más corazón que el tuyo para amar a Dios con amor puro y con amor ardiente como tú.
No pido visiones, ni revelaciones, ni gustos, ni contentos, ni aun espirituales. Para ti el ver claro, sin tinieblas; para ti el gustar por entero sin amargura; para ti el triunfar gloriosa a la diestra de tu Hijo, sin humillación; para ti el mandar a los ángeles, hombres y demonios, con poder absoluto, sin resistencia, y el disponer en fin, sin reserva alguna de todos los bienes de Dios. Esta es, divina María, la mejor parte que se te ha concedido, y que jamás se te quitará, que es para mí grandísimo gozo. Para mí y mientras viva no quiero otro sino el experimentar el que tú tuviste: creer a secas, sin nada ver y gustar; sufrir con alegría, sin consuelo de las criaturas; morir a mí mismo, continuamente y sin descanso; trabajar mucho hasta la muerte por ti, sin interés, como el más vil de los esclavos. La sola gracia, que por pura misericordia te pido, es que en todos los días y en todos los momentos de mi vida diga tres amenes: amén (así sea) a todo lo que hiciste en la tierra cuando vivías; amén a todo lo que haces al presente en el cielo; amén a todo lo que obras en mi alma, para que en ella no haya nada más que Tú, para glorificar plenamente a Jesús en mí, ahora y en la eternidad. Amén.
5. Reza el Santísimo Rosario ahora o en cualquier otro momento conveniente durante el día. Si ya rezas el Rosario diariamente, esto es suficiente: no lo necesitas rezar de nuevo ni cambiar tu tiempo usual de oración.
Lucas 2,16-21;42-52
Los ángeles y los pastores
16 Y fueron a toda prisa, y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. 17 Al verlo, dieron a conocer lo que les habían dicho acerca de aquel niño; 18 y todos los que lo oyeron se maravillaban de lo que los pastores les decían. 19 María, por su parte, guardaba todas estas cosas, y las meditaba en su corazón. 20 Los pastores se volvieron glorificando y alabando a Dios por todo lo que habían oído y visto, conforme a lo que se les había dicho.
Presentación de Jesús en el templo
21 Cuando se cumplieron los ocho días para circuncidarle, se le dio el nombre de Jesús, el que le dio el ángel antes de ser concebido en el seno.
El niño Jesús en el templo
42 Cuando tuvo doce años, subieron ellos como de costumbre a la fiesta 43 y, al volverse, pasados los días, el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin saberlo su padres. 44 Pero creyendo que estaría en la caravana, hicieron un día de camino, y le buscaban entre los parientes y conocidos; 45 pero al no encontrarle, se volvieron a Jerusalén en su busca. 46 Y sucedió que, al cabo de tres días, le encontraron en el Templo sentado en medio de los maestros, escuchándoles y preguntándoles; 47 todos los que le oían, estaban estupefactos por su inteligencia y sus respuestas. 48 Cuando le vieron, quedaron sorprendidos, y su madre le dijo: «Hijo, ¿por qué nos has hecho esto? Mira, tu padre y yo, angustiados, te andábamos buscando.» 49 El les dijo: «Y ¿por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en la casa de mi Padre?» 50 Pero ellos no comprendieron la respuesta que les dio. 51 Bajó con ellos y vino a Nazaret, y vivía sujeto a ellos. Su madre conservaba cuidadosamente todas las cosas en su corazón.
52 Jesús progresaba en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y ante los hombres.
El Secreto de María: 23-24
La verdadera devoción a la Virgen
Para subir y unirse a Él, preciso es valerse del mismo medio de que Él se valió para descender a nosotros, para hacerse hombre y para comunicarnos sus gracias; y ese medio es la verdadera devoción a la Santísima Virgen.
Hay muchas devociones a la Virgen Santísima y verdaderas: que no hablo aquí de las falsas.
Consiste la primera en cumplir con los deberes de cristiano, evitando el pecado mortal, obrando más por amor que por temor, rogando de tiempo en tiempo a la Santísima Virgen y honrándola como Madre de Dios, sin ninguna otra especial devoción para con ella.
La segunda tiene para la Virgen más altos sentimientos de estima, amor, veneración y confianza; induce a entrar en las cofradías del Santo Rosario y del escapulario, a rezar la corona o el santo rosario, a honrar las imágenes y altares de María, a publicar sus alabanzas, a alistarse en sus congregaciones. Y esta devoción (con tal que nos abstengamos de pecar) buena es, santa y loable; pero no tan a propósito como la que sigue para apartar a las almas de las criaturas y desprenderlas de sí mismas a fin de unirlas a Jesucristo.
La tercera manera de devoción a la Santísima Virgen, de muy pocas personas conocidas y practicada, es, almas predestinadas, la que os voy a descubrir.
Consiste en darse todo entero, como esclavo, a María y a Jesús por Ella; y además en hacer todas las cosas con María, en María, por María y para María.
Hay que elegir un día señalado para entregarse, consagrarse y sacrificarse; y esto ha de ser voluntariamente y por amor, sin encogimiento, por entero y sin reserva alguna; cuerpo y alma, bienes exteriores y fortuna, como casa, familia, rentas; bienes interiores del alma, a saber: sus méritos, gracias, virtudes y satisfacciones.
Verdadera Devoción: Nos. 105-110 (extractos)
Las características de la verdadera devoción.
1° La devoción a la Santa Virgen es interior, es decir, parte del espíritu y del corazón; nace de la estimación que se hace de la Santa Vírgen, de la alta idea que se ha formado de sus grandezas y del amor que se le tiene.
2° Es tierna, es decir, llena de confianza en la Santísima Virgen, como la de un niño con su buena madre. Esta es la que hace que una alma recurra a ella en todas sus necesidades de cuerpo y espíritu con mucha sencillez, confianza y ternura.
3° La verdadera devoción a la Santa Virgen es santa, es decir, que conduce a una alma a evitar el pecado, y a imitar, de la Santísima Virgen, en particular su humildad profunda, su fe viva, su obediencia ciega, su oración continua, su mortificación universal, su pureza incomparable, su caridad ardiente, su paciencia heróica, su dulzura angelical y su sabiduría divina. Tales son las diez principales virtudes de la Santísima Vírgen.
4° La verdadera devoción a la Santa Vírgen es constante; afirma a un alma en el bien y la lleva a no abandonar fácilmente sus prácticas de devoción; la hace animosa para oponerse al mundo en sus modos y sus máximas, a la carne en sus apetitos y sus pasiones, y al diablo en sus tentaciones; de modo que una persona verdaderamente devota a la Santa Virgen no es mudable, melancólica, escrupulosa ni temerosa.
5° En fin, la verdadera devoción a la Santa Vírgen es desinteresada, es decir, inspira a un alma que no se busque a sí misma, sino sólo a Dios, en su Santa Madre. Un verdadero devoto de María no sirve a esta augusta Reina con espíritu de lucro y de interés, ni para su bien temporal ni corporal, ni espiritual, sino únicamente porque merece ser servida, y Dios solo en ella.
Verdadera Devoción: Nos. 120-121
En qué consiste la perfecta consagración a Jesús por María
Toda vez que vuestra perfección consiste en estar conformes, unidos y consagrados a Jesucristo, la más perfecta de todas las devociones es sin duda alguna la que nos conforma, une y consagra más perfectamente a este perfecto modelo de toda santidad; y pues que María es entre todas las criaturas la más conforme a Jesucristo, es consiguiente que entre todas las devociones la que consagra y conforma más una alma a nuestro Señor es la devoción a la Santísima Vírgen, su Santa Madre, y cuanto más se consagre una alma á Maria, mas lo será a Jesucristo, y por tanto la consagración más perfecta á Jesucristo es una perfecta y total consagración de sí misma á la Santísima Virgen, que es la devoción que enseño, ó sea una perfecta renovación de los votos y promesas del santo bautismo. Esta devoción consiste, pues, en entregarse enteramente a la Santísima Vírgen para ser todo de Jesucristo por medio de Ella.
Es menester entregarle: 1° nuestro cuerpo con todos sus sentidos y miembros; 2° nuestra alma con todas sus potencias; 3° nuestros bienes exteriores ó sea nuestra fortuna, presente y futura; 4° nuestros bienes interiores y espirituales, que son nuestros méritos, nuestras virtudes y nuestras buenas obras pasadas, presentes y futuras; en dos palabras, todo lo que tenemos en el orden de la naturaleza, y en el orden de la gracia, y todo lo que lleguemos a tener en lo porvenir en el orden de la naturaleza, de la gracia y de la gloria, y esto sin reserva ninguna, ni de un céntimo, ni de un cabello, ni de la menor buena obra, y además por toda la eternidad, y sin pretender ni esperar ninguna otra recompensa de nuestra ofrenda y de nuestros servicios, que la honra de pertenecer á Jesucristo por Ella y en Ella, aun cuando esta amable Señora no fuere, como lo es siempre, la más liberal y reconocida de las criaturas.
Verdadera Devoción: núms. 152-164 (extractos)
Esta devoción es un camino fácil, corto, perfecto y seguro para llegar a la unión con Dios que es la perfección cristiana.
Es un camino fácil: Es un camino que Jesús ha recorrido viniendo a nosotros, y en que no se encuentra ningún tropiezo para llegar a Él. Es verdad que es posible llegar a la unión con Dios por otros caminos, pero será pasando por muchas más cruces y extraños desfallecimientos, y a través de muchas más dificultades, penosísimas de vencer.
Es un camino corto: Esta devoción a la Santísima Virgen es un camino corto para hallar a Jesucristo, ya sea porque en él no hay extravíos, ya sea porque, como acabo de decir, por él se camina con más gozo y facilidad y, por tanto, con más prontitud. Se avanza más en poco tiempo de sumisión y de dependencia de María, que en años enteros de propia voluntad y de apoyo sobre sí mismo.
Es un camino perfecto: Esta devoción a la Santísima Virgen es una senda perfecta para ir a unirse a Jesucristo, toda vez que la divina María es la más perfecta y la más santa de las puras criaturas, y que Jesucristo que vino perfectamente a nosotros, no tomó otro camino para su grande y admirable viaje. El Altísimo, el Incomprensible, el Inaccesible, El que es, ha querido venir a nosotros, pequeños gusanos de la tierra que nada somos. ¿Cómo se ha obrado esto? El Altísimo ha descendido perfecta y divinamente por María hasta nosotros sin perder nada de su divinidad y de su santidad, y por María deben los más pequeños subir perfecta y divinamente al Altísimo sin temor alguno.
Es un camino seguro: Esta devoción a la Santísima Virgen es un camino seguro para ir a Jesucristo y adquirir la perfección uniéndose a Él. Porque esta práctica que enseño, no es nueva; es tan antigua, que no se pueden marcar sus principios. Y no se la podría condenar sin trastornar los fundamentos del cristianismo. Consta, pues, en conclusión, que esta devoción no es nueva, y que si bien no es común, consiste esto en que es demasiado preciosa para ser saboreada y practicada por todo el mundo. Esta devoción es un medio seguro para ir a Nuestro Señor, porque es propio de la Santísima Virgen el conducirnos seguramente a Jesucristo, como lo es de Jesucristo llevarnos seguramente al Padre Eterno.
Verdadera Devoción: núms. 213-225 (extractos)
Efectos maravillosos de esta devoción
Persuadíos de que si sois fieles a las prácticas interiores y exteriores de esta devoción, que os voy a marcar a continuación, tendrán lugar los efectos siguientes:
Efecto 1.°: El Espíritu Santo os dará por María, su amada Esposa, luz para conocer lo malo de vuestro fondo, vuestra corrupción y vuestra incapacidad para todo bien, si Dios no es su principio, como autor de la naturaleza y de la gracia, y por consecuencia de este conocimiento os despreciéis y no pensaréis en vosotros sino con horror. En fin, la humilde María os hará partícipes de su profunda humildad, la que os hará, despreciándoos, que no despreciéis a nadie y deseéis que os menosprecien.
Efecto 2.°: La Santísima Virgen os dará parte de su fe, que fue sobre la tierra más grande que la fe de todos los patriarcas, de los profetas, de los apóstoles y de todos los santos.
Efecto 3.°: Esta Madre del Amor Hermoso quitará de vuestro corazón todo escrúpulo, todo temor servil y desarreglado.
Efecto 4.°: La Santísima Virgen os llenará de una gran confianza en Dios y en Ella misma porque ya no os acercaréis a Jesucristo por vosotros mismos sino por medio de esta buena Madre.
Efecto 5.°: El alma de la Santísima Virgen se os comunicará para glorificar al Señor. Su espíritu entrará en el lugar del vuestro, para regocijarse en Dios, su Salvador, siempre que seáis fieles a las prácticas de esta devoción.
Efecto 6.°: Si cultivamos bien a María, que es el árbol de la vida en nuestra alma, siguiendo con fidelidad la práctica de esta devoción, Ella dará su fruto en su tiempo, y este fruto suyo es Jesucristo.
Efecto 7.°: Por medio de esta práctica, fidelísimamente observada, daréis a Jesucristo más gloria en un mes, que de ninguna otra manera, por más difícil que sea, en muchísimos años.
Verdadera Devoción: núms, 12-38
Si queréis comprender a la Madre, dice un santo, comprended al Hijo, pues es una Madre digna de Dios: Que aquí toda lengua enmudezca. Para demostrar que la divina María ha estado desconocida hasta ahora, y que es una de las razones por las cuales Jesucristo no es conocido como debe serlo. Si, pues, como es cierto, el reino de Jesucristo ha de venir al mundo, no será sino consecuencia necesaria del conocimiento del reino de la Santísima Virgen María, que le trajo al mundo la vez primera y le hará resplandecer en la segunda venida. Confieso con toda la Iglesia que no siendo Maria sino una pura criatura salida de las manos del Altísimo, comparada con la Majestad infinita es menos que un átomo, o más bien nada, puesto que sólo Dios es quien es, y por consiguiente, confieso que este gran Señor, Ser soberano y absoluto, ni ha tenido ni ahora tiene necesidad alguna de la Santísima Virgen para hacer su voluntad santísima y para manifestar su gloria. Basta que Dios quiera, para que todo se haga. Digo, sin embargo, que así y todo, habiendo querido Dios empezar y concluir sus más grandes obras por la Santísima Virgen desde que la formó, es de creer que no cambiará de conducta en el transcurso de los siglos, pues es Dios y no varía en sus sentimientos ni en su proceder.
María es la Reina del cielo y de la tierra por la gracia, como Jesús es Rey por naturaleza y por conquista; pues el reino de Jesucristo consiste principalmente en el corazón y en el interior del hombre, según estas palabras: "El reino de Dios está dentro de vosotros", del mismo modo el reino de la Santísima Virgen está principalmente en el interior del hombre, es decir, en las almas, y en las almas es en donde principalmente está más glorificada con su Hijo que en todas las criaturas visibles, y podemos llamarla con los santos, Reina de los corazones.
TEMA: CONOCIMIENTO DE JESUCRISTO
Actos de amor a Dios, acción de gracias por las bendiciones de Jesús, contrición y resolución.
Durante este período nos emplearemos en estudiar a Jesucristo. ¿Qué se tiene que estudiar de Cristo?
Primero: El Hombre-Dios, Su gracia y gloria; después, sus derechos al dominio soberano sobre nosotros; ya que, habiendo renunciado a Satanás y al mundo, tomamos a Jesucristo como nuestro Señor.
Segundo: Su vida interior; las virtudes y los actos de su Sagrado Corazón; su asociación con María en los misterios de la Anunciación y Encarnación, durante su infancia y vida oculta, en la fiesta de Caná y en el Calvario...
1. Lee el texto del tema de la Cuarta Parte (el cual se encuentra en el recuadro de la Cuarta Parte), ya que éste establece el tono y la meta a lograr durante estos 7 días de la tercera semana: el conocimiento de Jesucristo.
2. Después de leer el tema, antes de comenzar la meditación del día, ora al Espíritu Santo con lo siguiente:
Letanía al Espíritu Santo
Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo, ten piedad de nosotros.
Señor, ten piedad de nosotros.
Padre Omnipotente, ten piedad de nosotros.
Jesús, Hijo Eterno del Padre, Redentor del mundo, sálvanos.
Espíritu del Padre y del Hijo, vida ilimitada de ambos, santifícanos.
Santísima Trinidad, óyenos.
Espíritu Santo, que procedes del Padre y del Hijo, entra en nuestros corazones.
Espíritu Santo, que eres igual al Padre y al Hijo,
Promesa de Dios Padre, ten misericordia de nosotros.
Rayo de luz celeste,
Autor de todo bien,
Fuente de agua viva,
Fuego abrasador,
Caridad ardiente,
Unción Espiritual,
Espíritu de amor y de verdad,
Espíritu de sabiduría y entendimiento,
Espíritu de consejo y de fuerza,
Espíritu de ciencia y de piedad,
Espíritu de temor del Señor,
Espíritu de gracia y de oración,
Espíritu de paz y de mansedumbre,
Espíritu de modestia y de inocencia,
Espíritu Santo, el Consolador,
Espíritu Santo, el Santificador,
Espíritu que gobiernas la Iglesia,
Don de Dios, el Altísimo,
Espíritu que llenas el universo,
Espíritu de adopción de los hijos de Dios,
Espíritu Santo, imprime en nosotros el horror al pecado.
Espíritu Santo, ven a renovar la faz de la tierra.
Espíritu Santo, derrama tus luces en nuestra inteligencia.
Espíritu Santo, graba tu ley en nuestros corazones.
Espíritu Santo, abrásanos en el fuego de tu amor.
Espíritu Santo, ábrenos el tesoro de tus gracias.
Espíritu Santo, enséñanos a orar como se debe.
Espíritu Santo, ilumínanos con tus inspiraciones celestiales.
Espíritu Santo, guíanos por el camino de la salvación.
Espíritu Santo, concédenos la única ciencia necesaria.
Espíritu Santo, inspíranos la práctica del bien.
Espíritu Santo, otórganos los méritos de todas las virtudes.
Espíritu Santo, haz que perseveremos en tu justicia.
Espíritu Santo, sé tú mismo nuestra recompensa eterna.
Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo, envíanos tu Espíritu Santo.
Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo, derrama en nuestras almas los dones del Espíritu Santo.
Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo, concédenos el Espíritu de sabiduría y piedad.
V. Ven Espíritu Santo, llena de tus dones los corazones de tus fieles
R. Y enciende en ellos el fuego de tu amor.
Oremos.
Concede, Padre misericordioso, que tu divino Espíritu nos ilumine, inflame y purifique, que penetre en nosotros con su rocío celestial y nos haga fecundos en buenas obras, por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que Contigo, en la unidad del mismo Espíritu, vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.
3. Empieza tu meditación del día (busca en los recuadros de abajo la fecha adecuada).
4. Después de la meditación del día, concluye tu preparación con lo siguiente:
Ave Maris Stella
Salve, del mar Estrella,
salve, Madre sagrada
de Dios y siempre Virgen,
puerta del cielo Santa.
Tomando de Gabriel
el Ave, Virgen alma,
mudando el nombre de Eva,
paces divinas trata.
La vista restituye,
las cadenas desata,
todos los males quita,
todos los bienes causa.
Muéstrate Madre, y llegue
por Ti nuestra esperanza
a quien, por darnos vida,
nació de tus entrañas.
Entre todas piadosa,
Virgen, en nuestras almas,
libres de culpa, infunde
virtud humilde y casta.
Vida nos presta pura,
camino firme allana;
que quien a Jesús llega,
eterno gozo alcanza.
Al Padre, al Hijo, al Santo
Espíritu alabanzas;
una a los tres le demos,
y siempre eternas gracias.
Letanías del Santo Nombre de Jesús
Señor, ten piedad
Cristo, ten piedad
Señor, ten piedad.
Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos.
Dios, Padre celestial,
ten piedad de nosotros.
Dios, Hijo, Redentor del mundo,
Dios, Espíritu Santo,
Santísima Trinidad, un solo Dios,
Jesús, hijo de Dios vivo, ten piedad de nosotros
Jesús, esplendor del Padre, etc.
Jesús, pureza de la luz eterna,
Jesús, rey de la gloria,
Jesús, sol de justicia,
Jesús, hijo de la Virgen María,
Jesús, amable,
Jesús, admirable,
Jesús, Dios fuerte,
Jesús, padre del siglo futuro,
Jesús, mensajero del plan divino,
Jesús, todopoderoso,
Jesús, pacientísimo,
Jesús, obedientísimo,
Jesús, manso y humilde de corazón,
Jesús, amante de la castidad,
Jesús, amador nuestro,
Jesús, Dios de paz,
Jesús, autor de la vida,
Jesús, modelo de virtudes,
Jesús, celoso de la salvación de las almas,
Jesús, nuestro Dios,
Jesús, nuestro refugio,
Jesús, padre de los pobres,
Jesús, tesoro de los fieles,
Jesús, pastor bueno,
Jesús, verdadera luz,
Jesús, sabiduría eterna,
Jesús, bondad infinita,
Jesús, camino y vida nuestra,
Jesús, alegría de los ángeles,
Jesús, rey de los patriarcas,
Jesús, maestro de los apóstoles,
Jesús, doctor de los evangelistas,
Jesús, fortaleza de los mártires,
Jesús, luz de los confesores,
Jesús, pureza de las vírgenes,
Jesús, corona de todos los santos,
Sednos propicio, perdónanos, Jesús
Sednos propicio, escúchanos, Jesús
De todo mal, líbranos, Jesús
De todo pecado, etc.
De tu ira,
De las asechanzas del demonio,
Del espíritu impuro,
De la muerte eterna,
Del menosprecio de tus inspiraciones,
Por el misterio de tu santa encarnación,
Por tu natividad,
Por tu infancia,
Por tu divinísima vida,
Por tus trabajos,
Por tu agonía y pasión,
Por tu cruz y desamparo,
Por tus sufrimientos,
Por tu muerte y sepultura,
Por tu resurrección,
Por tu ascensión,
Por tu institución de la santísima eucaristía,
Por tus gozos,
Por tu gloria,
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,
- Perdónanos, Jesús.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,
- Óyenos, Jesús.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,
- Ten misericordia de nosotros, Jesús.
Jesús, óyenos.
Jesús, escúchanos.
Oremos.
Señor Jesucristo, que dijiste: Pedid y recibiréis, buscad y hallaréis, llamad y se os abrirá; te suplicamos derrames sobre nosotros la ternura de Tu divino amor, a fin de que amándote de todo corazón, con palabra y con obras, nunca cesemos de alabarte. Haz, Señor, que temamos y amemos también perpetuamente Tu Santo Nombre, porque jamás abandona Tu providencia a los que proteges con la fortaleza de Tu amor. Que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amen.
Oración de San Luis de Montfort a Jesús
Dejadme, Amabilísimo Jesús mío, que dirija a Vos, para atestiguaros mi reconocimiento por la merced que me habéis hecho con la devoción de la esclavitud, dándome a vuestra Santísima Madre para que sea Ella mi abogada delante de vuestra Majestad, y en mi grandísima miseria mi universal suplemento. ¡Ay, Señor! Tan miserable soy, que sin esta buena Madre, infaliblemente me hubiera perdido. Sí, que a mí me hace falta María, delante de Vos y en todas partes; me hace falta ara calmar vuestra justa cólera, pues tanto os he ofendido y todos los días os ofendo; me hace falta para detener los eternos y merecidos castigos con que vuestra justicia me amenaza, para pediros, para acercarme a Vos y para daros gusto; me hace falta para salvar mi alma y la de otros; me hace falta, en una palabra, para hacer siempre vuestra voluntad, buscar en todo vuestra mayor gloria. ¡Ah, si pudiera yo publicar por todo el universo esta misericordia que habéis tenido conmigo! ¡Si pudiera hacer que conociera todo el mundo que si no fuera por María estaría yo condenado! ¡Si yo pudiera dignamente daros las gracias por tan grande beneficio! María está en mí. Haec facta est mihi. ¡Oh, qué tesoro! ¡Oh, qué consuelo! Y, de ahora en adelante, ¿no seré todo para Ella? ¡Oh, qué ingratitud! Antes la muerte. Salvador mío queridísimo, que permitáis tal desgracia, que mejor quiero morir que vivir sin ser todo de María. Mil y mil veces, como San Juan Evangelista al pie de la cruz, la he tomado en vez de todas mis cosas. ¡Cuántas veces me he entregado a Ella! Pero si todavía no he hecho esta entrega a vuestro gusto, la hago ahora, mi Jesús querido, como vos queréis la haga. Y si en mi alma o en mi cuerpo veis alguna cosa que no pertenezca a esta Princesa augusta, arrancadla, os ruego arrojadla lejos de mí; que no siendo de María, indigna es de Vos.
¡Oh, Espíritu Santo! Concededme todas las gracias, plantad, regad y cultivad en mi alma el árbol de la vida verdadero, que es la amabilísima María, para que crezca y florezca y dé con abundancia el fruto de vida. ¡Oh, Espíritu Santo! Dadme mucha devoción y mucha afición a María; que me apoye mucho en su seno maternal, y recurra de continuo a su misericordia, para que en ella forméis dentro de mí a Jesucristo, al natural, crecido y vigoroso hasta la plenitud de su edad perfecta. Amén.
Oh, Jesús, que vives en María
Ven, ¡Oh, Jesús!, que vives en María; ven a vivir y reinar en nosotros, que tu vida se exprese en nuestra vida para vivir tan sólo para Ti.
Forja en nuestra alma, ¡Oh, Cristo!, tus virtudes, tu Espíritu divino y santidad, tus máximas perfectas y tus normas y el ardor de tu eterna caridad.
Danos parte, Señor, en tus misterios para que te podamos imitar; tú que eres Luz de Luz, danos tus luces, y en pos de Ti podremos caminar.
Reina, Cristo, en nosotros por tu Madre, sobre el demonio y la naturaleza, en virtud de tu nombre soberano, para la gloria del Padre celestial. Amén.
Verdadera Devoción: núms. 61-62
Jesucristo Nuestro Señor, verdadero Dios y verdadero hombre, debe ser el fin último de nuestras devociones; a no ser así, serían falsas y engañosas. Jesucristo es el alfa y el omega, el comienzo y fin de todas las cosas.
No trabajamos, como dice el Apóstol, más que por hacer perfecto a todo hombre en Jesucristo, porque sólo en Él reside toda plenitud de la Divinidad y todas las demás plenitudes de gracia, de virtudes y de perfecciones; porque sólo en Él estamos bendecidos con toda bendición espiritual; porque Él es el único Maestro que debe enseñarnos, es nuestro único Señor de quien debemos depender, nuestro único Jefe a quien debemos pertenecer, nuestro único Modelo a que debemos conformarnos, nuestro único Médico que nos debe sanar, nuestro único Pastor que debe alimentarnos, nuestro único Camino por donde debemos andar, nuestra única Verdad que debemos creer, nuestra única Vida que debe vivificarnos, y nuestro único Todo en todas las cosas que debe bastarnos.
No se ha pronunciado bajo el cielo otro nombre que el de Jesús por el cual debamos ser salvos. Dios no ha puesto otro fundamento de nuestra salvación, de nuestra perfección y de nuestra gloria, más que a Jesucristo; todo edificio que no está construido sobre esta piedra firme, está levantado sobre movediza arena, y más o menos tarde caerá infaliblemente.
Con Jesucristo y en Jesucristo lo podemos todo: podemos dar toda honra y gloria al Padre en unidad del Espíritu Santo, hacernos perfectos y ser para el prójimo buen olor de vida eterna.
Si, pues, nos entregamos a la hermosa devoción hacia la Virgen Santísima, es sólo para establecer más perfectamente el amor de Jesucristo, y de hallar un medio fácil y seguro de hallar a Jesucristo.
Como ya lo he demostrado, y aún demostraré más adelante, pues esta devoción nos es necesaria para hallar a Jesucristo perfectamente, para amarle tiernamente y para servirle fielmente.
Mateo 26,1; 26-29; 36-46
El complot para prender a Jesús
1 Y sucedió que, cuando acabó Jesús todos estos discursos, dijo a sus discípulos:
Institución de la Cena del Señor
26 Mientras estaban comiendo, tomó Jesús pan y lo bendijo, lo partió y, dándoselo a sus discípulos, dijo: «Tomad, comed, éste es mi cuerpo.»
27 Tomó luego una copa y, dadas las gracias, se la dio diciendo: «Bebed de ella todos,
28 porque ésta es mi sangre de la Alianza, que es derramada por muchos para perdón de los pecados.
29 Y os digo que desde ahora no beberé de este producto de la vid hasta el día aquel en que lo beba con vosotros, nuevo, en el Reino de mi Padre.»
Jesús ora en Getsemaní
36 Entonces va Jesús con ellos a una propiedad llamada Getsemaní, y dice a los discípulos: «Sentaos aquí, mientras voy allá a orar.»
37 Y tomando consigo a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo, comenzó a sentir tristeza y angustia.
38 Entonces les dice: «Mi alma está triste hasta el punto de morir; quedaos aquí y velad conmigo.»
39 Y adelantándose un poco, cayó rostro en tierra, y suplicaba así: «Padre mío, si es posible, que pase de mí esta copa, pero no sea como yo quiero, sino como quieras tú.»
40 Viene entonces donde los discípulos y los encuentra dormidos; y dice a Pedro: «¿Conque no habéis podido velar una hora conmigo?
41 Velad y orad, para que no caigáis en tentación; que el espíritu está pronto, pero la carne es débil.»
42 Y alejándose de nuevo, por segunda vez oró así: «Padre mío, si esta copa no puede pasar sin que yo la beba, hágase tu voluntad.»
43 Volvió otra vez y los encontró dormidos, pues sus ojos estaban cargados.
44 Los dejó y se fue a orar por tercera vez, repitiendo las mismas palabras.
45 Viene entonces donde los discípulos y les dice: «Ahora ya podéis dormir y descansar. Mirad, ha llegado la hora en que el Hijo del hombre va a ser entregado en manos de pecadores.
46 ¡Levantaos!, ¡vámonos! Mirad que el que me va a entregar está cerca.»
Imitación de Cristo: Libro I, Capítulo 1
De la imitación de Cristo y desprecio de todas las vanidades del mundo
Quien me sigue no anda en tinieblas, dice el Señor. Estas palabras son de Cristo, con las cuales nos amonesta que imitemos su vida y costumbres, si queremos verdaderamente ser alumbrados y libres de toda la ceguedad del corazón.
Sea, pues, nuestro estudio pensar en la vida de Jesucristo. La doctrina de Cristo excede a la de todos los Santos, y el que tuviese espíritu hallará en ella maná escondido.
Mas acaece que muchos, aunque a, menudo oigan el Evangelio, gustan poco de él, porque no tienen el espíritu de Cristo.
Conviéneles que procuren conformar con El toda su vida.
¿Qué te aprovecha disputar altas cosas de la Trinidad, si careces de humildad, por donde desagradas a la Trinidad?
Por cierto, las palabras subidas no hacen santo ni justo; mas la virtuosa vida hace al hombre amable a Dios.
Más deseo sentir la contrición que saber definirla.
Si supieses toda. 1a Biblia. a la letra y los dichos de todos los filósofos, ¿qué te aprovecharía todo sin caridad y gracia de Dios?
Vanidad de vanidades y todo vanidad, sino amar y servir solamente a Dios.
Suma sabiduría es, por el desprecio del mundo, ir a los reinos celestiales.
Mateo 27,36-44
Crucifixión y muerte de Jesús
36 Y se quedaron sentados allí para custodiarle.
37 Sobre su cabeza pusieron, por escrito, la causa de su condena: «Este es Jesús, el Rey de los judíos.»
38 Y al mismo tiempo que a él crucifican a dos salteadores, uno a la derecha y otro a la izquierda.
39 Los que pasaban por allí le insultaban, meneando la cabeza y diciendo:
40 «Tú que destruyes el Santuario y en tres días lo levantas, ¡sálvate a ti mismo, si eres Hijo de Dios, y baja de la cruz!»
41 Igualmente los sumos sacerdotes junto con los escribas y los ancianos se burlaban de él diciendo:
42 «A otros salvó y a sí mismo no puede salvarse. Rey de Israel es: que baje ahora de la cruz, y creeremos en él.
43 Ha puesto su confianza en Dios; que le salve ahora, si es que de verdad le quiere; ya que dijo: “Soy Hijo de Dios.”»
44 De la misma manera le injuriaban también los salteadores crucificados con él.
Imitación de Cristo: Libro II, Capítulo 12
Del camino real de la Santa Cruz
Esta palabra parece dura a muchos: Niégate a ti mismo, toma tu cruz, y sigue a Jesús. Pero mucho más duro será oír aquella postrera palabra: «Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno.» Pues los que ahora oyen y siguen de buena voluntad la palabra de la cruz, no temerán entonces oír la palabra de la eterna condenación. Esta señal de la cruz estará en el cielo, cuando el Señor vendrá a juzgar. Entonces todos los siervos de la cruz, que se conformaron en la vida con el crucificado, se llegarán a Cristo juez con gran confianza.
Pues que así es, ¿por qué temes tomar la cruz, por la cual se va al reino? En la cruz está la salud, en la cruz la vida, en la cruz está la defensa de los enemigos, en la cruz está la infusión de la suavidad soberana, en la cruz está la fortaleza del corazón, en la cruz está el gozo del espíritu, en la cruz está la suma virtud, en la cruz está la perfección de la santidad. No está la salud del alma, ni la esperanza de la vida eterna, sino en la cruz. Toma, pues, tu cruz, y sigue a Jesús, e irás a la vida eterna. El vino primero, y llevó su cruz y murió en la cruz por ti; porque tú también la lleves, y desees morir en ella. Porque si mueres juntamente con Él, vivirás con Él. Y si fueres compañero de la pena, lo serás también de la gloria.
Imitación de Cristo: Libro IV, Capítulo 3
Que es provechoso comulgar con frecuencia
Señor, confiando en tu bondad y gran misericordia, vengo yo enfermo, al médico: hambriento y sediento, a la Fuente de la vida; pobre, al rey del cielo; siervo, al Señor; criatura, al Criador; desconsolado, a mi piadoso consolador.
Mas ¿de dónde a mí tanto bien, que Tú vengas a mí? ¿Quién soy yo para que te me des a Ti mismo?
¿Cómo se atreve el pecador a comparecer delante de Ti? Y Tú ¿cómo te dignas de venir al pecador?
Tú conoces a tu siervo, y sabes que ningún bien tiene por donde pueda merecer que Tú le hagas este beneficio.
Yo te confieso, pues, mi vileza, reconozco tu verdad, alabo tu piedad, y te doy gracias por tu extremada caridad.
Verdadera Devoción: núms. 243, 245, 249
Los que toman esta santa esclavitud profesarán devoción singular al gran misterio de la Encarnación del Verbo, el 25 de marzo, que es el misterio propio de esta devoción que ha sido inspirada por el Espíritu Santo: primero, para honrar e imitar la dependencia inefable que Dios Hijo ha querido tener respecto de María, para la gloria de Dios su Padre y para nuestra salvación, la cual dependencia se muestra particularmente en este misterio en que Jesús aparece cautivo y esclavo en el seno de la divina María, en donde depende totalmente de Ella para todas las cosas. Segundo, para dar gracias a Dios por los favores incomparables que ha concedido a María y particularmente el de haberla escogido por su dignísima Madre, elección que ha sido hecha en este misterio. Tales son los dos principales fines de la esclavitud de Jesús en María. Como vivimos en un siglo orgulloso, en que hay un gran número de sabios hinchados, espíritus fuertes y críticos que encuentran defectuosas las prácticas de piedad mejor fundadas y más sólidas, vale más, para no darles ocasión de crítica sin necesidad, decir la esclavitud de Jesús en María, y llamarse el esclavo de Jesucristo, que es esclavo de María, tomando la denominación de esta devoción más bien de su fin último, que es Jesucristo, que el camino y medio para llegar a este fin, que es María, por más que una y otra se pueden, a la verdad, usar sin escrúpulo. Otra razón es, que el principal misterio que en esta devoción se celebra y se honra es el misterio de la Encarnación, en el cual no se puede ver a Jesucristo sino en maría y encarnado en su seno, es más a propósito decir la esclavitud de Jesús en María, según aquella hermosa plegaria de tan grandes almas: Oh Jesús que vives en María, ven vivir y reinar en nosotros …etc.
Los que adopten esta esclavitud dirán con gran devoción el Ave María o la salutación angélica, cuyo precio, mérito, excelencia y necesidad, pocos cristianos, aun los más ilustrados, conocen. Ha sido preciso que la Santísima Virgen se haya aparecido muchas veces a grandes santos muy esclavos suyos para mostrarles tan gran mérito.
Imitación de Cristo: Libro II, Capítulo 7
Del amor de Jesús sobre todas las cosas.
Bienaventurado el que conoce lo que es amar a Jesús, y despreciarse a sí mismo por Jesús.
Conviene dejar un amado por otro amado, porque Jesús quiere ser amado sobre todas las cosas. El amor de la criatura es engañoso y mudable, el amor de Jesús es fiel y durable. El que se llega a la criatura, caerá con lo caedizo; el que abraza a Jesús, afirmará en El para siempre. Ama a Jesús y tenle por amigo, que aunque todos te desamparen, El no te desamparará ni te dejará perecer en el fin.
Tu amado es de tal condición, que no quiere consigo admitir a otro, mas El solo quiere tener tu corazón, y como rey sentarse en su propia silla.
Si tú supieras bien desocuparte de toda criatura, Jesús morará de buena gana contigo.
Verdadera Devoción: núms. 257-260
He aquí algunas prácticas interiores muy propias para los que el Espíritu Santo llama a una alta perfección, que, en cuatro palabras, se reducen a ejecutar todas las acciones por María, con María, en María y para María, a fin de practicarlas más perfectamente por Jesús, con Jesús, en Jesús y para Jesús.
Es menester ejecutar las acciones por María, es decir, es menester obedecer en todo a la Santísima Virgen y conducirse en todo por su espíritu, que es el espíritu de Dios. Los que son guiados por Él, son hijos de Dios. Los que son guiados por el espíritu de María, son hijos de María, y por consiguiente hijos de Dios, y entre tantos devotos de la Santísima Virgen, no hay más verdaderos y fieles devotos que los que se conducen por su espíritu. Porque el espíritu de María es el espíritu de Dios, ya que Ella no se guió jamás por su propio espíritu.
Qué dichosa es un alma cuando está del todo poseída y gobernada por el espíritu de María, que es un espíritu suave y fuerte, celoso y prudente, humilde e intrépido, puro y fecundo.
Es necesario hacer todas nuestras obras con María; es decir: que debemos en nuestras acciones mirar a María como modelo acabado de toda virtud y perfección que el Espíritu Santo ha formado en una pura criatura, para que lo imitemos, según nuestra capacidad. Es menester, pues, que en cada acción miremos cómo María la ha hecho o la haría si estuviera en nuestro lugar. Para esto debemos examinar y meditar las grandes virtudes que Ella practicó durante su vida, particularmente: primero su fe viva, por la cual creyó sin titubear la palabra del ángel, y creyó fiel y constantemente hasta el pie de la cruz; segundo, su humildad profunda, que la ha hecho ocultarse, callarse, someterse a todo y colocarse siempre la última.
Imitación de Cristo: Libro IV, Capítulo 11
El cuerpo de Cristo y la sagrada escritura son muy necesarios al alma fiel
El alma:
¡Oh dulcísimo Señor Jesús! ¡Cuánta es la dulzura del alma devota, que se regala contigo en el banquete, donde se le presenta otro manjar que a su único amado, apetecible sobre todos los deseos de su corazón!
Sería ciertamente muy dulce para mí derramar en Tu presencia copia de lágrimas afectuosas, y regar con ellas tus pies, como la piadosa Magdalena. Mas, ¿Dónde está ahora esta devoción? ¿ Dónde el copioso derramamiento de lágrimas devotas?
Por cierto, en Tu presencia, y en la de tus santos ángeles, todo mi corazón debiera encenderse y llorar de gozo.
Porque en el Sacramento te tengo verdaderamente presente, aunque encubierto bajo otra especie.
Porque el mirarte en tu propia y divina claridad no podrían mis ojos resistirlo, ni el mundo entero subsistiría ante el resplandor de la gloria de Tu majestad.
Tienes, pues, consideración a mi debilidad cuando te ocultas bajo de este Sacramento.
Verdadera Devoción: núms. 257-260
Es menester practicar estas acciones en María. La Santísima Virgen es el verdadero paraíso terrenal del nuevo Adán, del cual el antiguo paraíso terrestre era sólo figura. Hay, pues, en este paraíso terrenal riquezas, bellezas, singularidades y dulzuras inexplicables que el nuevo Adán, Jesucristo, dejó en él. En este paraíso tuvo Él sus complacencias durante nueve meses, obró sus maravillas y ostentó sus riquezas con la magnificencia de Dios. En este paraíso terrestre es donde verdaderamente está el árbol de la vida, que es Jesucristo, fruto de la vida eterna; el árbol de la ciencia del bien y del mal que ha dado la luz al mundo. Hay en este lugar divino árboles plantados por la mano de Dios y rociados con su divina gracia, que han producido y todos los días dan frutos de un sabor exquisito. Solamente el Espíritu Santo puede hacer conocer la verdad escondida bajo las figuras de las cosas materiales.
El Espíritu Santo, por boca de los Santos Padres, llama también a la Santísima Virgen, la puerta oriental por la cual el gran sacerdote Jesucristo entró en el mundo; por ella entró la primera vez y por ella vendrá la segunda.
Por último, es necesario hacer todas nuestras acciones para María. No que la tomemos como el último fin de nuestras acciones, que es sólo Jesucristo, sino por nuestro fin próximo, nuestro misterioso medio y manera segura para ir a El.
Es necesario emprender y hacer grandes cosas para esta augusta soberana, apoyados en su protección. Es necesario defender sus privilegios, cuando se le disputan, es necesario sostener su gloria, cuando se la ataca; llevar todo el mundo, si se puede, a su servicio y a esta sólida y verdadera devoción.
Es necesario no pretender de ella, como recompensa de estos pequeños servicios, más que el honor de pertenecer a una tan amable Princesa y la felicidad de estar por Ella unidos a Jesús Hijo en el tiempo y en la eternidad.
Al fin de las tres semanas se confesará y comulgará con la intención de entregarse a Jesucristo en calidad de esclavo de amor, por medio de María, y después de la Comunión recitará la fórmula de consagración, que convendrá escribirla o hacerla escribir, si no está impresa, y firmar el mismo día que la haga. Bueno será que en ese día se pague algún tributo a Jesucristo y a la Virgen, ya por vía de penitencia de la infidelidad a los votos del bautismo, ya para protestar de la completa dependencia del dominio de Jesús y de María. Este tributo será según la devoción y la capacidad de cada cual, como ayuno, una mortificación, una limosna; aun cuando no se diera más que un alfiler, es bastante para Jesús, que sólo atiende a la buena voluntad. Todos los años, el mismo día se renovará la misma consagración, observando estas prácticas durante tres semanas.
Consagración de sí mismo a Jesucristo, la Sabiduría Encarnada, por medio de María
¡Oh Jesús, Sabiduría eterna y encarnada!, verdadero Dios y verdadero hombre, Hijo único del Padre Eterno y de María, siempre virgen! Te adoro en la gloria del Padre, durante la eternidad y en el seno virginal de María, tu Madre, en el tiempo de tu Encarnación.
Te doy gracias porque, anonadandote, haz venido al mundo –hombre entre los hombres y servidor del Padre– para librarme de la esclavitud del pecado.
Te alabo y glorifico Señor, porque has vivido en obediencia amorosa a María, para hacerme fiel discípulo suyo. Desgraciadamente, no he guardado los votos y promesas de mi bautismo y no soy digno de llamarme hijo de Dios. Por ello, acudo a la misericordiosa intercesión de tu Madre, esperando obtener por su ayuda el perdón de mis pecados y una continua comunión contigo, Oh Sabiduría Encarnada.
Te saludo, pues, oh María Inmaculada, templo viviente de Dios: en ti ha puesto su morada la Sabiduría Eterna para recibir la adoración de los ángeles y de los hombres. Te saludo, oh Reina del cielo y de la tierra: a ti están sometidas todas las criaturas. Te saludo, refugio seguro de los pecadores: todos experimentan tu gran misericordia. Acepta los anhelos que tengo de la Divina Sabiduría y mi consagración total.
Yo, N...., consciente de mi vocación cristiana, renuevo hoy en tus manos mis compromisos bautismales. Renuncio a Satanás, a sus seducciones, a sus pompas y a sus obras, y me consagro a Jesucristo para llevar mi cruz detrás de El, en la fidelidad de cada día a la voluntad del Padre. En presencia de toda la corte celestial, te elijo en este día por mi Madre y Maestra. Me entrego y consagro a ti, como tu esclavo, mi cuerpo y mi alma, mis posesiones tanto internas como externas, incluso el valor de todas mis buenas acciones, pasadas, presentes y futuras, dejando en ti, el entero y completo derecho de disponer de mi, y todo lo que me pertenece, sin excepción, de acuerdo a tu voluntad, para mayor gloria de Dios en el tiempo y en la eternidad.
Madre del Señor, acepta esta pequeña ofrenda de mi vida y preséntala a tu Hijo: si El me redimió con tu colaboración, debe también ahora recibir de tu mano, el don total de mí mismo. En adelante, deseo honrarte y obedecerte en todo como verdadero esclavo tuyo.
¡Oh Corazón Inmaculado de María!, que yo viva plenamente esta consagración para prolongar en mí la amorosa obediencia de tu Hijo y dar respuesta a la misión trascendental que Dios te ha confiado en la historia de la salvación. ¡Madre de misericordia!, alcánzame la verdadera Sabiduría de Dios, y hazme plenamente disponible a tu acción maternal. Colocame así, entre los que tu amas, enseñas, guías, alimentas y proteges como hijos tuyos. ¡Oh Virgen fiel!, haz de mí un auténtico discípulo e imitador de tu Hijo, la Sabiduría Encarnada. Contigo, Madre y modelo de mi vida, llegaré a la perfecta madurez de Jesucristo en la tierra y a la gloria del cielo. Amén ¡Totus Tuus!